23 de Julio de 2011
El mayor depredador del Ártico, el verdadero rey de ese helado desierto, es sin duda el oso polar (ursus maritimus). Svalbard es uno de los lugares donde existe una mayor concentración de esos grandes animales y era una de las principales razones para nuestro viaje allí. Tuvimos ocasión de ver varios ejemplares, algunos a una distancia muy cercana.
Son animales magníficos, perfectamente adaptados a ese entorno extremo.
Un día, en un remoto lugar, después de cenar, divisamos un gran oso polar descansando en el hielo, bastante lejos. Las normas de conservación nos impedían dirigir el barco hacia el oso, a través del hielo. Pero vimos que se había abierto un canal por detrás, justo delante de un frente glaciar. Así que nos montamos en las zodiacs y nos dirigimos allí, lentamente, para intentar verlo más cerca.
Eran las 9 de la «noche» y hacía frío. El mar estaba en calma. Poco a poco nos acercamos a la orilla de la placa de hielo. En cuanto el oso nos vió se levantó y se dirigió hacia nosotros: era uno de esos «osos curiosos». Mientras se acercaba se empezó a levantar un fuerte viento, que empezó a zarandear con energía las zodiacs. Se hacía muy difícil manejar las embarcaciones, pues el viento las empujaba a la orilla, donde nos aguardaba el oso. Se hacía muy difícil fotografiar: incluso conseguir que el oso saliera en el encuadre era complicado. La luz era débil y el enfoque muy difícil.
El piloto de mi zodiac era el conocido fotógrafo y cineasta noruego Arne Naevra, que observó un bonito horizonte anaranjado al fondo. Maniobró con habilidad luchando contra el viento y las otras zodiacs para poder sacar al oso con ese fondo. Esta foto es el resultado de tan increíble experiencia.
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