En todo parque nacional de Norteamérica siempre puedes encontrar infinidad de fotógrafos, muchos de ellos profesionales. Yo calculo que de todos los campistas de Wonder Lake un 80% eran fotógrafos. Y su rutina de trabajo es bastante agotadora: se levantan a las 5:00, se toman algo caliente y se van al sitio que han escogido para fotografiar el amanecer o algún animal que ya saben por dónde va a pasar. Regresan hacia las 10:00, comen algo y se van a dormir. Durante el día están en el campamento, revisando el material, escribiendo o contando batallitas. Luego cenan y un par de horas antes del anochecer se van de nuevo al trabajo. Hacia las 11:00 están de vuelta y se van rápidamente al saco pues, si la noche es despejada, hay que probar a hacer unas auroras.
Nosotros seguimos este ritmo cuando estuvimos allí y os puedo asegurar que es agotador. Una fotógrafa de paisajes se quemó el forro polar mientras cocinaba y nos dijo «Claro, con este agotamiento es normal que pasen estas cosas». Supongo que te acabas acostumbrando y que siendo tu profesión lo tomarás de otra manera. Desde luego el resultado es el esperado y las imágenes que se pueden obtener merecen la pena el esfuerzo.
Pero seas aficionado o profesional de lo que no me cabe la menor duda es que tienes que ir al menos una vez en la vida a Denali en Otoño: el colorido es excepcional y puedes pasarte horas fotografiando paisajes formas, colores y por supuesto animales.
La imagen de hoy es de un caribú, realizada desde el autobús, que por cierto es el mejor sitio para ver animales.