Nos dirigimos al valle por un camino tan difícil como el del día anterior. En algunos tramos el camino se había convertido en un torrente, y habían puesto unas tablas para poderlo cruzar; en otros tramos nos veíamos sumergidos en un bosque húmedo y frondoso, a través de una vereda muy estrecha.
Estaba nublado, y solo veíamos un poco de la parte baja de las montañas, espolvoreadas con un poco de nieve. De vez en cuando las nubes se apartaban y nos dejaban contemplar unas pinceladas de los grandes picos que nos rodeaban:
Llegamos al campamento Italiano sin problemas, pero se nos hizo muy tarde y no pudimos llegar más que a mitad de camino del campamento Británico. Justo cuando nos íbamos a dar la vuelta se retiraron las nubes, dejó de nevar y pudimos ver algo del magnífico paisaje de este lugar. En un día despejado debe ser un espectáculo impresionante.