Regreso a Ushuaia

23-Feb-2010

Salimos pronto de regreso a Ushuaia, pues la organización prefería contar con tiempo suficiente en caso de que la travesía fuera mala. Pero la suerte nos acompañó hasta el final, porque el paso Drake estuvo tranquilo como una piscina. La noche que pasamos en el Drake me levanté temprano y miré por la ventana para ver si el mar estaba muy embravecido, pero mi sorpresa fue mayúscula al ver un mar plano y sin olas. Hacía tan poco viento que apenas vimos alcatraces alrededor del barco.

La travesía fue, por tanto, muy tranquila. Durante esos dos días escuchamos algunas charlas, nos intercambiamos direcciones, grabamos un vídeo sobre nuestras impresiones de la expedición, y preparamos las fotos para el concurso y para el DVD. Por cierto, quedamos finalistas en todas las categorías del concurso de foto, y Yolanda ganó en el apartado de «Gente». Y, por supuesto, disfrutamos de las suculentas comidas que nos prepararon con tanta maestría y creatividad.

Llegamos a Ushuaia de madrugada y nos encontramos un tiempo bastante malo. Luego nos dijeron que había estado lloviendo durante las dos semanas, e incluso había nevado en las montañas cercanas.

El día era gris y lluvioso, haciendo que nuestra despedida fuera aún más triste.
Después de desembarcar y dejar las maletas a buen recaudo nos dirigimos a ver a nuestro amigo Giacomo, que habíamos conocido en la agencia de alquiler de autos de Ushuaia. Es un italiano muy simpático que tiene muchas ganas de ir a la Antártida, así que le prometimos que, en cuanto volviéramos, iríamos a verle para contarle nuestra experiencia. Y así lo hicimos. Y espero que, después de ver este blog, esté más convencido que nunca de que el viaje merece la pena.


Ya en el aeropuerto, mientras esperábamos el vuelo a Buenos Aires, pudimos ver una pequeña rapaz al otro lado de los cristales de la sala de embarque. Ella no nos veía a nosotros, y se mantuvo mucho tiempo posando y arreglándose el plumaje.
Durante el vuelo de regreso a casa no dejé de pensar en lo afortunados que habíamos sido por haber tenido el privilegio de hacer este viaje. La Antártida es, probablemente, el último lugar virgen del planeta, donde se puede disfrutar de la naturaleza en estado puro. Me gustaría que este diario sirviera para difundir la necesidad de proteger este espacio tan enorme y lejano, pero tan frágil ante el cambio climático.
Si la temperatura media del planeta subiera 5 grados, el interior de la Antártida no se vería afectado (pasaría de -60 a -55) pero el efecto sería muy grave en la península antártica, donde habría menos meses con el mar helado, afectando gravemente a la biología de los animales y plantas que allí habitan.
Espero que no se prohiban las visitas a este lugar, siempre que se realicen con el respeto al ecosistema y con las medidas de protección adecuadas. Compañías como Quark Expeditions nos han demostrado que se pueden organizar viajes a sitios vírgenes y remotos con gran respeto al medio ambiente y con gran preocupación sobre la seguridad del viajero, haciendo que nos sintamos verdaderos exploradores polares.
Y no puedo dejar de agradecer a todos los miembros de la expedición su atenta ayuda para entender cómo es el continente blanco, especialmente a su líder Brandon, que fue capaz de contagiarnos su entusiasmo y de hacernos vivir uno de los mejores viajes de nuestras vidas.
¿Volveremos alguna vez a la Antártida? Seguro que si. Mientras tanto, seguiremos disfrutando con las fotos y los vídeos que hemos compartido con todos vosotros.

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