El lago Jôkurlsalón -el de los fuegos artificiales- es una de las maravillas de Islandia. Hemos estado tres días cerca de este lugar, disfrutando ese paisaje asombroso de grandes icebergs flotando, con formas caprichosas y cambiantes. Lo hemos visto al amanecer, al atardecer, al mediodía, con sol, nublado, de noche. Nunca nos cansábamos de verlo.
Lo curioso es que ese lago de formó en los años 30 del siglo pasado, por el retroceso del glaciar que lo alimenta debido al cambio climático. El agua del mar que entra en el lago acelera su retroceso, siendo ahora de unos 5 Kms la distancia entre el frente del glaciar y el extremo más alejado del lago.
En el lago se pueden ver focas y muchos tipos de aves.
Una de las atracciones del lago es un paseito en barco anfibio para ver los icebergs más de cerca. A mi no me gusta esa atracción, pues están todo el día contaminando con humos y ruido ese lugar. Entiendo que es una forma de sacar partido a esa maravilla pero me resulta un tanto molesto y poco respetuoso con la quietud y silencio que debería ser la tónica de un sitio como este. Pero como dicen en el pueblo «hay gente p’a tó».