Coyoacán

6-Julio-2014

Ayer estuve visitando el barrio de Coyoacán, en México DF, junto con mi amigo Paco. Mientras yo he procesado las fotografías, Paco ha escrito la crónica de la visita. Así que aquí tenéis la combinación de ambos:

Bohemio, colorido, tranquilo, de calles relativamente amplias, Coyoacán es, junto a San Angel, el barrio colonial por excelencia del DF. San Ángel, más turístico, bullicioso y elegante. Coyoacán, más familiar y tranquilo, pero con un pasado, sin duda, mucho más intenso.

Aquí murió asesinado Lev Davídovich Bronstein, conocido como Leon Trotski, aquí vivieron Diego Rivera y Frida Khalo, aquí se forjó la conquista de Nueva España, se fundó su primer Ayuntamiento, su primera Iglesia. Aquí vivieron y fueron amantes Hernán Cortes y La Malinche. Aquí, para lo bueno y para lo malo, nació el México medio español y medio americano, que hoy conocemos.

El día está gris, pero no demasiado cargado todavía. Al oeste de la ciudad, unas nubes densas, y algo deshilachadas, se aplastan sobre las colinas; arriba y al este el cielo de la mañana aún se ve azul. Es seguro que lloverá, pero tenemos varias horas por delante. Intentaremos aprovecharlas.

Estación  de lluvias en el DF… mañanas nubladas, chaparrones por la tarde…

Cielo tormentoso

Llego el primero. Hemos quedado en el jardín Centenario, junto a la fuente de los Coyotes, el corazón del barrio. El jardín Centenario es una plaza cuadrada, de tamaño mediano, rodeada de restaurantes y pequeñas tiendas con aire colonial, y adornada con grandes árboles ligeramente despeinados. Es agradable y tranquila. Casi en el centro, hay una fuente con dos Coyotes enormes de piedra, uno sentado y otro ladrando.

Fuente de los Coyotes

Al lado de la fuente, un músico solitario con pantalones rojos y sombrero en punta toca canciones infantiles. Supongo que intenta atraer la atención de los niños de la plaza, pero no tiene demasiado éxito con ellos. Sí consigue atraer mi atención y la de una pareja que pasa por allí. Le hacemos unas fotos e intercambiamos palabras amables. Unas monedas e iniciamos camino.

El siguiente destino es el jardín Hidalgo. Es una plaza rectangular y también adornada con árboles despeinados, algo más grande, diáfana y bulliciosa que la anterior. En un extremo de la plaza está la parroquia de San Juan Bautista, una iglesia barroca del XVI, en el otro, la Casa Municipal, un edificio colonial de fachada amarilla con ribetes rojos, que albergó el primer ayuntamiento de Nueva España.

Ayuntamiento

Una placa junto a la puerta indica que fue, además, la vivienda de Hernán Cortés. Sin embargo, eso no está tan claro. Algunas guías afirman que éste era sólo un edificio administrativo, es decir su oficina, y sitúan su vivienda en la plaza de la Conchita, algo mas al sur, «donde Cortés vivió con La Malinche». Yo me inclino a pensar que la historia de Don Hernán y La Malinche fue más divertida de lo que nos contaron los rancios historiadores de la época, y que Don Hernán no se dedicaba sólo a conquistar imperios de día, sino que también salía de «conquista» de noche y amanecía fuera de casa de vez en cuando. Quién sabe.

Color…

Emprendedores Cervecería

Como no podía ser de otra forma, el siguiente destino es la plaza de la Conchita. Vamos a buscar la «otra» casa de Cortés, «la casa donde Cortés vivió con La Malinche». Se llega por una calle relativamente estrecha y bonita. Por el camino, nos llaman la atención algunas viviendas y algunos carteles. Juan va buscando, y encontrando, las fotos perfectas. ¡Qué bien!. Ir con Juan garantiza un reportaje fantástico. ¡Qué ganas de verlo!.

Casa típica

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La plaza de la Conchita es una plaza cuadrada de arbolado muy denso, lo que unido a que las nubes se van cerrando cada vez más, da como resultado un espacio sorprendentemente sombrío. La «casa donde Cortés vivió con La Malinche» está en una esquina. Se trata de una construcción de color rojo bastante deteriorada y, curiosamente, no tiene nada que indique que se trata de un edificio histórico de primera magnitud. Lo tenemos que reconocer por las fotos de una guía. ¡Qué raro!. ¿Nos habremos equivocado?.

Al fondo, la «casa donde Cortés vivió con La Malinche»…

Casa de Cortés

Hacemos algunas fotos y nos vamos hacia el siguiente destino, la casa-museo de Frida Khalo. Para llegar a «La Casa Azul», que así se llama la casa de Frida Khalo, volvemos hacia el norte, directos al jardín Hidalgo, y después seguimos callejeando por el barrio y haciendo algunas fotos. Intento entender cómo Juan elige las fotos, pero es imposible. Está claro que su ojo ve cosas que yo no veo. Se para, mira, retrocede. Se acerca la cámara al ojo, la retira. ¿Qué ha visto?. Finalmente se acerca la cámara de al ojo de nuevo, ajusta y dispara. ¿Es la luz del fondo?. ¿Quizá un alambre que dibuja una figura geométrica?. Imposible saberlo. Cuando nos enseñe las fotos volverá a sorprendernos, de eso estoy seguro.

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La casa de Frida Khalo es una finca en esquina, amplia, muy cuidada y pintada de color azul intenso. Muy intenso incluso para los estándares mexicanos. La verdad es que tiene una pinta de lo más apetecible.

Casa de FridaSin embargo, en la entrada hay una cola considerable, así que decidimos seguir adelante hacia la casa de León Trotski.

La casa de León Trotski está en el límite norte de la zona histórica de Coyoacán. En ella se detiene el bullicio, se detiene el color, se detiene hasta el tiempo. La Historia, con mayúscula, pesa demasiado para esta humilde casita en la esquina de cualquier calle. Está bastante deteriorada, no sé si porque ya no atrae suficiente publico o, sencillamente, porque siempre ha sido así.

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León Trotski vivió en México desde 1936 hasta su asesinato en 1940. Del 36 al 39, residió en «La Casa Azul», con Frida Khalo y Diego Rivera. En el 39, se peleó con ellos y se trasladó a esta casa, donde sufrió dos atentados. El primero, fue el asalto de unas 20 personas armadas, que su guardia pudo repeler después de una «ensalada de tiros» considerable.

El segundo, fue mucho más sutil y efectivo. Ramón Mercader, un español al servicio de Estalin, había conseguido colarse en el círculo de confianza de Trotski, llegando incluso a seducir y proponer matrimonio a Silvia Ageloff, una de sus secretarias personales, para conseguirlo.

El día 20 de Agosto del 40, Mercader subió al despacho de Trotski con la excusa de que quería que revisara un articulo que había escrito. Mientras Trotski lo leía, inclinado sobre su escritorio, Mercader sacó un piolet de debajo del abrigo y se lo clavó en la cabeza. Trotski fue todavía capaz de levantarse, enfrentarse a su agresor, salir de la habitación y decirle a su mujer quién había sido el asesino, antes de desvanecerse para siempre.

Murió al día siguiente.

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Se trata de una casa amplia pero humilde, con un jardín interior poco cuidado y sin vista al exterior. Parece ser que las pocas ventanas que tenía se tapiaron después del primer atentado. A la entrada, una pequeña librería de temas relacionados con la revolución y la vida de Trotski. A continuación, una galería de fotos, recortes de periódico y cosas así, que repasa su vida y termina con Trotski en el hospital agonizando con la cabeza hecha un desastre y, finalmente, muerto.

Desde ahí, por una puerta sorprendentemente pequeña, se accede al abigarrado jardín. En el centro, una bandera roja y un pequeño monolito con una hoz y un martillo marcan el lugar donde están enterradas sus cenizas.

El resto del museo simplemente contiene los objetos cotidianos de la casa, la cocina, el dormitorio, el baño y, como no, el despacho donde fue asesinando. Sobrecogedor.

Aquí yace ….

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El baño….

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Y el escritorio donde fue asesinado…

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Después de la casa de Trotski, recuperamos la respiración y volvemos callejeando a la de Frida.

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La cola no sólo no ha disminuido, sino que ahora es muuucho mayor. Es tarde, así que lo dejaremos para otra ocasión. Será la excusa perfecta para volver otro día.

Antes de comer, ponemos rumbo al Mercado de Artesanías del jardín Hidalgo. Se trata de un mercado en dos plantas con alguna cosilla curiosa, pero no encontramos nada que nos apetezca, y salimos al rato con las manos vacías y los carteras intactas. Lo más interesante, un pequeño taller-escuela de artesanías donde la gente está aprendiendo cosas diversas. Carteles de «No fotos» por todas partes. ¿Qué más les dará?. ¡Vaya tontería!.

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Para comer, tomamos un taxi y abandonamos Coyoacán, nos vamos a la plaza de San Jacinto, ya en el barrio de San Ángel.

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Hasta otro día, Coyoacán. Volveremos a vernos.

 

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2 respuestas a Coyoacán

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